PRECISIÓN EN EL AGUA

Casi un siglo mejorando el registro de cada hito histórico en las piscinas.

 

En la natación cada segundo marca la diferencia. Una milésima puede marcar un hito histórico o convertir un éxito en fracaso. Por este motivo, la precisión del cronometraje dentro del agua ha sido uno de los grandes retos de la relojería y en este campo la marca Omega se ha convertido en referencia.

La relación entre la firma suiza y la natación comienza en 1932, cuando en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, el Comité Olímpico se plantea que una sola marca se haga cargo del cronometraje de todas las disciplinas deportivas, tanto las de tierra como las de agua. Omega fue la elegida y afrontó el reto con sólo un relojero y 30 cronógrafos.

El espíritu de superación técnica y la ambición de la marca deben ir en aumento en todas y cada una de las ediciones, logrando constantemente nuevas gestas técnicas. Uno de los grandes avances fue en 1967 cuando incorporó unos paneles situados al final de cada carril que permitían a los nadadores detener el reloj por sí mismos. Los llamados Touchpads, mejoraron drásticamente la precisión de los resultados.

La gran precisión que logró Omega en el cronometraje en piscina en los Juegos Olímpicos hicieron que la FINA, la Federación Internacional de Natación, pidiera a la marca que asumiera también el reto de medir el tiempo en los Mundiales de Natación. Esto ocurría en 1973, y 40 años después sigue siendo Omega la encargada de esta difícil labor.

Una gran variedad de dispositivos de alta precisión acompañan hoy a los mejores nadadores y saltadores del planeta. Figuras inspiradoras de la altura de Michael Phelps, Chad Le Clos, Caeleb Dressel o Alexander Popov, entre otros, han confiado en Omega como firma para registrar sus metas legendarias.